El pequeño hace meses que gatea. Lo hizo por primera vez a los 6 meses, poco más tarde se sostenía de pie perfectamente. Ahora a punto de cumplir diez meses, se mantiene de pie solito, y empieza con sus primeros pasitos entre la mesita y la cama, de Mamá a Papá...
Parece mentira. En poco tiempo ha pasado de ser un bebé a ser un hombrecillo. De balbucear a decir mamá, papá, "ya está", tetita...
Cuando era más pequeñito, parecía que los días no acababan nunca. Parecía que las semanas se hacían eternas, y sólo esperaba que llegara el mes siguiente para que Elvis ya pudiera hacer "aquello" o "lo otro".
Y ahora de pronto, esos meses han ido pasando y estamos aquí. Y miro hacía atrás, ojeo las fotos y siento una mezcla de añoranza, angustia y felicidad.
En muchísimos momentos es duro, pero también bellísimo. Los días pasan, y cada uno de ellos viene con un nuevo reto, pero se suceden casi sin darse uno cuenta.
Realmente lo más importante es disfrutar siempre al máximo de todos esos momentos que compartes con tu pequeño. Intentar que los malos momentos no amarguen la dulce crianza. Son únicos, y nunca volverán.
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