martes, 2 de noviembre de 2010

Descansa en paz...

Llevo unos días sin escribir, porque no me salen las palabras.

Un gran amigo nuestro murió en un accidente. Sólo tenía 35 años, unos padres despreciables y miles de amigos que alimentaba con su honestidad, su sonrisa perpetua e infinita y su enorme positivismo.
¿Que vamos a hacer sin él?

Me he sentido triste, muy triste. Especialmente al darme cuenta de que no he podido expresar esa tristeza. Elvis no me ha dado tregua ni un momento. Sólo necesitaba unos minutos para llorar, para dejar ir esa pena que llevaba dentro.

Es en ese momento cuando me he sentido más vulnerable. Elvis es tan absorbente, que mi vida no existe. Mis sentimientos han quedado reemplazados por su estado de ánimo, por como duerme, como se despierta, como pasa sus días...

Es extraño. Es como si ya no pudiera sentirme mal, como si me hubieran arrebatado ese derecho. De alguna manera, yo no me puedo "permitir" tener un mal día. Porque si yo tengo un mal día, ¿quien va a cuidar de él?

Y de pronto me ha sorprendido una cuestión aún más siniestra: si yo tengo un mal día, ¿quien va a cuidar de mi?

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