miércoles, 15 de septiembre de 2010

...el amor y la razón...

¿Qué día decidimos tener un bebé? ¿Como fue? No lo recuerdo.
Realmente nunca lo decidimos. Fue una afirmación.
"Oooh amor, te quiero. Eres la persona con la que quiero compartir mi vida. Tengamos un hijo".
Y así quedó.

Sin duda fue una decisión tomada a la ligera. Seguramente, muchas parejas hacen como nosotros. El amor, que nos ciega y miente a nuestros sentidos, engaña a nuestros cerebros con un mundo mejor y más completo si traemos a la vida un fruto de nuestra pasión. Y la razón no tiene nada que hacer para combatir al corazón.

Pero el amor es precisamente el gran sufridor de esta decisión. Una pareja con pilares poco profundos, pone en serio peligro su relación con el nacimiento de un retoño. Incluso las parejas que más se adoran pueden acabar por odiarse.

La decisiones que se toman diariamente a la hora de educar a un niño son fruto de grandes e inevitables discusiones. Es precisamente la razón, lo que acaudala esta gran aventura.

Un hijo lo es todo. Pero también te arrebata todo.

Por ahora resistimos. Nos queremos, discutimos, hicimos nuestros acuerdos, tomamos nuestras decisiones... y resistimos. 

La pareja tiene que reinventarse cada día. Han surgido de las tinieblas partes oscuras de nosotros mismos que ni tan sólo sabíamos que existían, al igual que virtudes poderosas que nos han hecho invencibles.

Seremos débiles, seremos fuertes, pero nunca más seremos los mismos.

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